La cerámica griega

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Ánfora griega

La Antigua Grecia fue testigo del desarrollo de uno de los artes más exquisitos: la cerámica. Su carácter realista ha sido el basamento fundamental para entender su influencia.

En los primeros trabajos sobre esta técnica se recurría a la arcilla como método de trabajo. Extraída de las minas y posteriormente lavada, la arcilla se ponía al sol durante varias semanas para que la pasta resultante adquiriera el color y cualidad ideal para ser trabajada.

El arte de la cerámica griega consta de varias etapas: del estilo geométrico primitivo con predominio de figuras de animales (1000 a.C.), pasando por la utilización de la figura humana (siglo VIII a.C.).

La época arcaica (700 a.C.) con mayor presencia del hombre en las siluetas de las vasijas, hasta llegar a la época clásica (siglo V a.C.) donde se ven dos etapas: la cerámica de figuras negras, para dar paso a la de figuras rojas.

En el período helenístico aparecen los cerámicos con figuras naturistas y la utilización del relieve, inspirándose en la tradición de las antiguas vasijas hechas con metales preciosos.

La armonía de los trazos, la búsqueda de la perfección en los resultados y la presencia del movimiento son algunas de las características más particulares de la cerámica helénica.

El arte de la cerámica griega está representada en lo que se conoce como Vasos Griegos (o Pintura de Trazos Griegos).

Los Vasos Griegos tienen variados nombres y formas: la ánfora (para el aceite o el vino), la urna (para guardar las cenizas), la hidra (para el agua), el cáliz (copa especial para banquetes) o el cántaro (para beber líquidos) son de los más destacados.

Estos tipos de vasos  se observan en obras como la Cerámica del Dypilon (500 a.C.), el Anfora de Heracles (650 a.C.) o el Pintor de Anlóquides (520 a.C.).

La utilización de la cerámica en el diseño de estos recipientes modificó para siempre las costumbres culturales, dando paso a tareas que pasaron a ser habituales como la cocción de alimentos o la infusión de líquidos. Su carácter utilitario en las tareas domésticas fue de vital importancia y exhibió cómo lo cotidiano y lo estilístico pueden fundir en una misma acción.

El Partenón de Atenas es uno de los monumentos emblema de la arquitectura griega, en el que la cerámica juega un papel esencial. Construido en el año 447 a.C., es el resultado de un nuevo tipo de arquitectura: la ática. Elaborado con mármol blanco, esta imponente estructura de 10 metros de alto, está dedicada a la diosa Atenea, protectora de la ciduad.

El mármol fue extraído del monte Pentélico, en cuya cantera se extrae el material necesario para la restauración de la Acrópolis, la ciudad más alta de la Antigüa Grecia.

La cerámica decorativa transformó los usos y costumbres de civilizaciones posteriores. De simples recipientes a objetos de arte milenarios, el arte nacido en la Antigua Grecia fue el impulsor de diferentes estilos. A partir del siglo XVIII, la cerámica fue serializada y comercializada para convertirlos en elementos de lujo y de ostentación.

Cada objeto representaba la forma de ver el mundo por parte de los helénicos. Es por eso que es considerado uno de los artes más representativos del mundo antigüo.