La importancia de la energía

La energía es un elemento esencial para la sostenibilidad. El consumo de combustibles fósiles en los edificios representa aproximadamente la mitad de toda la energía consumida en el mundo. La calefacción, iluminación y ventilación de los edificios se basa en la combustión de petróleo, gas o carbón bien en el propio edificio o en una central generadora. El problema esencial reside en la relación entre el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de CO2.
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Se ha llegado a varios acuerdos intergubernamentales para frenar la emisión de CO2 a la atmósfera. La Cumbre de la Tierra de Río (1992) el Protocolo de Kioto (1997) la Conferencia de la Haya (2000) han intentado alcanzar un consenso internacional sobre el tema. Uno de los principios establecidos en el Protocolo de Kioto fue el canje de emisiones que permite que una nación rica pueda emitir las emisiones de CO2 de una nación pobre. Esto ha permitido que Estados Unidos comprara una parte de las emisiones toleradas para la antigua Unión Soviética de modo que la contaminación actual de Estados Unidos es varias veces superior a la media europea y una veinte veces mayor que la contaminación mundial.
Las emisiones medias de CO2 por persona y año son:

Estados Unidos    6 t
Europa                  3 t
Japón                    2,5 t
Rusia                     2 t
India                      0,25 t
China                    0,65 t

Existen tres opciones para reducir estos niveles: la energía nuclear, la energía renovable y la transformación del carbono.
La energía nuclear se promovió en un principio como una fuente limpia de energía pero presenta problemas medioambientales específicos. La energía renovable sin embargo, ofrece un gran potencial. El gobierno británico ha establecido los siguientes objetivos:

2005  que el 5% de toda la energía se obtenga a partir de fuentes renovables
2010  que el 10% de toda la energía se obtenga a partir de fuentes renovables
2050  que el 50% de toda la energía se obtenga a partir de fuentes renovables

Fuente: National Energy Foundation (2006)

La transformación del carbono es un modo muy útil de analizar la relación entre el desarrollo y la capacidad de carga del suelo que lo acoge. El método aprovecha la capacidad de los árboles y los bosques de convertir el CO2 de  nuevo en oxígeno (a través de la fotosíntesis). Se cree que unos 15 árboles son capaces de transformar las emisiones de carbono de un coche medio durante un año, mientras que unos 40 podrían convertir las de toda una casa. Todo depende sin embargo del tamaño y del tipo de árbol así como de la eficiencia energética del elemento productor de CO2. Estos resultados se apoyan en la premisa de que son necesarios 160 m2 de árboles para compensar cada 1000 kW/h de energía utilizados para calefacción, 900 m2 por cada 1000 kW/h de electricidad y 1200 m2 por cada 1000 l de gasolina consumida. De todo ello se deduce que cada hogar requiere aproximadamente 8000 m2 de bosque para transformar sus emisiones de CO2 en oxígeno. Con estos datos en la mano, resulta evidente que solo la producción de carbono de Londres sobrepasa la capacidad de todos los bosques de Reino Unido juntos. Incluso aunque toda la superficie de Reino Unido estuviese arbolada es poco problable que pudiese compensar la producción nacional de CO2. Esto indica la gravedad del problema a nivel mundial.