Monasterio San Jerónimo de Buenavista

El Monasterio San Jerónimo de Buenavista es un cenobio de origen medieval (1414) que en la primera “versión” hubo de responder al gótico flamígero. Un alegre panorama de huertas florecientes cerrado por la azulada sierra en lejanía, justifica el sobrenombre del monasterio. Actualmente, San Jerónimo queda dentro de Sevilla, envuelto por la barriada del mismo nombre. Por la enorme magnitud del áre de su emplazamiento, grandiosidad de la traza y joyas de arte que lo hermosearon, sólo pudo parangonársele en España a San Lorenzo del Escorial, como afirma el profesor Sancho Corbacho en un cuidadísimo, valioso estudio sobre San Jerónimo. A partir de 1843 la destrucción y saqueo de las instalaciones y fábrica convirtieron al monasterio en unas tristísimas ruinas que un poeta romántico cantó.


De la fábrica primitiva y restauración de estructuras llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XVI, apenas subsiste el claustro bajo (visión espléndida digna de verse) partes desmanteladas del alto, la torre y alguna dependencia y parte de otras adheridos al claustro por su exterior. Este claustro es de una grandeza y monumentalidad imponentes, creación estilística bajorenacentista, que mide cuarenta y siete metros en cuadro. Arcos de medio punto sobre pilares con medias columnas de orde dórico adosadas. En el alto, los arcos son rebajados y de semicolumnas adosadas jónicas, conservándose los techos sólo en la galería norte. La torre de la Iglesia está atribuida a Hernán Ruiz II, quien también levantó el cuerpo renacentista de La Giralda.

Galería alta del claustro mayor con los arcos reforzados.

Las bajas presentan cubiertas de bóveda vaída (de mínima curvatura) formando casetones decorados con escudos de la Orden Jerónima, motivos religiosos, etc. En el costado sur del claustro, infiérese se asentaba la Sala Capitular, y en el poniente el refectorio. No puede descartarse de plano la paternidad de Juan de Herrera, el genial maestro del arte grecorromano. Si bien, como advierte el erudito Sancho Corbacho, la complicación aquí de los soportes, el carácter morisco del antepecho superior, etc. hacen pensar en obra más arcaica.

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