Palacio de Quetzalpapalotl

El Palacio de Quetzalpapalotl es uno de los más completos y afortunados ejemplos de reconstrucción de estructuras de Tenochtitlán. Muestra lo que fueron los conjuntos departamentales teotihuacanos en la etapa Tlamimilolpa tardío y Xolalpan (450-650 d.C.). El conjunto fue cuidadosamente explorado de 1962 a 1964; se encontraron evidencias de que su destrucción fue causada por un incendio.
La existencia de todos los elementos arquitectónicos y el acomodo de los materiales que se habían salvado del saqueo arqueológico, dieron la clave sobre las técnicas de construcción utilizadas por los teotihuacanos, lo cual permitió realizar la atinada reconstrucción del espectacular conjunto.

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En el extremo suroeste de la Plaza de la Luna se encuentra una ancha escalinata, semejante a una cabeza de serpiente, en el extremo norte, que casi coincide con la altura del segundo de los cuatro de la pirámide que delimita la plaza en este punto.
Al subir los escalones se llega a un gran recinto porticado, interrumpido por un grueso muro intermedio que lo divide de dos antesalas que sirven de entrada a diferentes conjuntos, en donde se conservan parte de los muros estucados con restos de pintura roja y diversos motivos simbólicos relacionados con el agua.
En la antesala de la derecha, una puerta permite el acceso a un patio abierto, circundado por cuatro corredores con póritcos de cuya techumbre resaltan almenas con el símbolo del año. Este techo se sostenía por doce pilastras recubiertas por sillares de piedra labrada en tres de sus caras con la figura de un ave representada de frente en los pilares del oeste y de perfil en los demás lados y que recibió en nombre de Quetzalpapalotl al ser descubierta.
Tanto en la aprte superior como en la inferior de la figura en relieve del ave, se encuentran unas bandas horizontales con tres o cuatro rodajas, también en relieve, que simbolizan un ojo con incrustación de obsidiana, seguidas de otra banda con volutas que representa un caracol cortado, del cual cuelga una banda de plumas.
El patio abierto sirvió como cubo de luz y ventilación a los amplios aposentos porticados que se han encontrado entre los conjuntos departamentales (8×8 m). Sin embargo, aquellos pudieron cerrarse con cortinas, según se ve en las aristas de la cara interior de las pilastras, donde hay perforaciones por donde pasaban los cordones que las sujetaban.
En la parte baja de los muros exteriores de los aposentos localizados sobre los costados norte, sur y oeste del patio, se conservaron restos de pintura mural, cuyos diseños geométricos representan el corte esquemático de un caracol marino en el cual se encuentran huellas de haber estado ornamentado con pequeños discos de mica incrustados.
El pasillo porticado situado al este, sólo debió funcionar como vía de acceso y comunicación entre la antesala del Quetzalpapalotl y el otro conjunto departamental (no reconstruido, pero con algunos fragmentos de pintura mural) al cual se llega subiendo las escaleras del cuarto contiguo o por el acceso exerior entre las pirámides sur y central del extremo poniente de la Plaza de la Luna.
Regresando a la antesala anexa a la entrada del Quetzalpapalotl se puede ir al ‘Complejo Sur’ en donde existen unos deteriorados fragmentos de pintura mural; o bien cruzar la puerta hacia el oeste y bajar las escaleras que llevan hasta la antigua calle teotihuacana por donde se llega al conjunto departamental de los Jaguares a pesar de estar a nivel más bajo que el anterior, es contemporáneo.

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