Edificio del Banco de Bilbao

El edificio del Banco de Bilbao, está ubicado en la Calle de Alcalá 16, en la ciudad de Madrid. Fue diseñado en 1919 por el arquitecto Ricardo Bastida y construído de 1920 a 1923 por encargo del Banco de Bilbao, la entidad financiera que constituye el BBVA. Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría Monumento en 1999.

 

Historia del Banco de Bilbao

En Madrid, a principios del siglo XX, bancos y compañías de seguros de toda España asientan sus sedes en la capital. con un aarquitectura masiva y espectaculares. Las calles más ilustres se revisten de arquitecturas señoriales.
El Banco de Bilbao compra un solar en el centro de Madrid, cerca de la Puerta del Sol. El terreno ya tenía su historia. En él había habido una hospedería cartuja hasta el siglo XIX; después se erigió el famoso Café Suizo, sede de tertulias políticas y culturales, con mesas de mármol, paredes escarlata, luminosos ventanales y una exquisita carta.


Para hacernos una idea, la parcela para la sede del Banco de Bilbao en Madrid, costó tres millones de pesetas y la propia construcción del edificio, desarrollada entre 1920 y 1923 costó cuatro millones de pesetas.
Entonces surgió un problema: la superficie era irregular. La intersección entre la Calle Ancha de los Peligros (por entonces se llamaba así la madrileña calle de Sevilla) y la de Alcalá, que ya empezaba a conocerse como “calle de los banqueros” creaba un ángulo bastante cerrado.
En 1919, la entidad convoca un concurso público. El proyecto ganador para realizar la sede del Banco de Bilbao fue presentado por el arquitecto bilbaíno Ricardo Bastida y Bilbao.
Para resolver el problema, Bastida y Bilbao decide modificar la alineación de la fachada, proponiéndola convexa.
Pero la idea estética de Bastida guarda una relación con la colosal arquitectura que el pontevedrés Antonio Palacios, junto con Joaquín Otamendi, había concebido unos números más allá en la misma calle: la sede del Banco Español del Río de la Plata.
Durante la Guerra Civil, el edificio fue incautado y se convirtió en “Palacio de los Partidos” en referencia al Frente Popular. Una gran bandera con la hoz y el martillo tapaban las columnas, pero no las protegían de posibles bombardeos aéreos. Recordemos que el edificio tenía dos colosos doradísimos, tirando de sendos carros con cuatro caballos, muy relucientes.

Torres del Edificio del Banco de Bilbao

Gran parte de la popularidad y lo imponente del edificio se la dan las cuadrigas que las coronan. El escultor Higinio Basterra, también bilbaíno, funde 25 toneladas de cobre, bronce, hierro y plomo para modelar los carros triunfales de 4 metros cada uno, cubiertos de latón dorado. Los áureos se alzan sobre sus carruajes, las patas de los equinos parecen volar sobre la fachada. Así, todos los transeúntes que alcen su mirada pueden ver y admirar estas elocuentes figuras de autoridad.

Fachada del Edificio del Banco de Bilbao

Tiene una fachada ecléctica, simétrica, monumental, articulada en tres crujías con columnas clásicas de orden gigante y rematada con dos torreones que sobresalen varios metros por encima.
La decoración de la fachada corresponde a Quintín de la Torre, desde los cuatro atlantes de mármol dispuestos en los dos torreones hasta detalles pétreos como el escudo de la ciudad de Madrid.

Interior del Edificio del Banco de Bilbao

El edificio del Banco de Bilbao en realidad consta de dos edificios: el monumental que hay tras la fachada que acabamos de ver, de planta achaflanada, y detrás el propio banco, con otra fachada en la calle Arlabán. Y cómo se unifican las estructuras? Pues con una majestuosa rotonda de casi 80 m² que funciona como vestíbulo.
Pues sí, la cúpula vidriada de la rotonda central, proyecto ejecutado por Casa Maumejean, es impresionante. Llena el zaguán de color, de delicada elegancia, de exquisito refinamiento, armonía y belleza.
La cúpula semiesférica se sustenta en doce columnas dobles de alabastro que separan cada una de las pinturas del ciclo “El esfuerzo”.

Aurelio Arteta, pintor bilbaíno, acometió el programa iconográfico, que se glosa con versos épicos de Émile Verhaeren sobre el valor del trabajo y el espíritu emprendedor en el contexto de la industrialización de España de la época y los cambios sociales que implicaba.
Los frescos representan diferentes trabajos: siembra, recolección, fundición, ferrocarril, pesca, astillero, muelle, trabajo intelectual, artes, carga, descarga y mina. La luminosidad, intensificada con polvo de mármol en el revoque, es protagonista.
A partir de los años cincuenta, el crecimiento de la entidad determinó las ampliaciones, que se sucedieron en la fachada durante las siguientes décadas.

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