La Vía Apia

Considerada la primera autopista de la historia, la Vía Apia fue construida en el 312 a.C. siendo censor Apio Claudio Caeco, como un camino que unía Roma con Brindisi. La Vía Apia se comenzó a construir en el 312 y tenía una una longitud de 530 km. Era el camino principal desde Roma hacia el sudeste de Italia.
Los romanos construyeron una calzada de calidad con capas de piedra y cemento sobre una capa de gravilla, con canales de drenaje a ambos lados, muros de contención y andenes para transeúntes. Se cree que la vía Apia fue la primera calzada romana cuya construcción incluyó cemento de cal, además de piedra volcánica. La superficie de la calzada era tal que se consideraba tan lisa que no se podía distinguir las junturas. La sección de la época romana todavía existe y está flanqueada por monumentos de todos los períodos, aunque el cemento ha desaparecido de las junturas dejando a su vez una superficie áspera.
De 540 km de longitud y aproximadamente 8 metros de anchura estaba calculada para el paso simultáneo de dos carros viajando en sentido contrario. La calzada estaba realizada a base de piedra basáltica de forma poligonal y estaba flanqueada a ambos lados por una acera de aproximadamente un metro de ancho. A lo largo de las márgenes de la Vía Apia se encontraban multitud de sepulcros, tumbas y otros monumentos funerarios, debido a la existencia de una ley que prohibía los enterramientos dentro de la ciudad.
Tras la caída del imperio la Vía Apia cayó en desuso, siendo restaurada mucho después por orden del Papa Pío VI. Napoleón y Mussolini también supieron apreciar la grandeza de la obra y apostaron por su conservación.

 

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