Entre los edificios contemporáneos más populares de Europa en términos de números de personas visitandolos son el Centro Pompidou en Paris (Renzo Piano y Richard Rogers, 1974) el Lloyds Insurance en Londres (Richard Rogers, 1986) y la Staatsgalerie Extension en Stuttgart (James Stirling y Michael Wilford, 1984).
Cuando a los ciudadanos locales se les dió la oportunidad de votar sobre los planos para el diseño clásico de la rivera del río Richmond diseñada por Quinlan Terry al oeste de Londres en 1988, fue 3 veces más popular que la alternativa modernista. La popularidad demostrada de estos edificios demuestra el interés público por la arquitectura pero el gusto puede ser voluble.
Cuando el National Theatre diseñado por Denys Lasdun de Londres abrió sus puertas en 1975, fue admirado y descrito por los críticos como el edificio moderno más improtante de Gran Bretaña. Unos quince años más tarde el Príncipe Carlos de Inglaterra comentó que fue “una forma inteligente de construir una central de energía nuclear en medio de Londres sin que nadie lo objete”.
Todos tenemos nuestras preferencias y prejuicios en arquitectura como en todo y nuestras experiencias determinan nuestra actitud. Todos somos diferentes pero es importante no sacar conclusiones históricas en base a gustos personales.
Porque no nos guste un estilo arquitectónico en particular no quiere decir que ese estilo no haya sido importante históticamente o que los arquitectos involudrados en ese proyecto estuviesen errados por completo. Hay una corriente de críticos de arquitectura e historiadores que hoy en día están bastante en contra de cualquier forma de modernismo.
Para criticar el National Theatre seguramente deberemos conocer las ideas e ideales que inspiraron a Lasdun en el momento en que el edificio fue diseñado. Hay que conocer el pedido del cliente, los bosquejos, el proceso de construcción y diseño. Es necesario estudiar de que forma es útil el edificio a sus fines y como los actores, trabajadores y visitantes responden a él.
Aunque el diseño afecta al paisaje y la experiencia de vida de miles de personas durante siglos, el debate entre si el gusto o la elección por el diseño externo del edificio debe ser patrimonio del arquitecto o debe consensuar con la comunidad, aún sigue en pie.
Bibliografía: “Understanding Architecture: An Introduction to Architecture and architectural history”. Autor: Hazel Conway. Ed. Routledge 1994