Neorrománico

El estilo neorrománico o una vuelta al románico es un estilo que surgió en Europa a principios del siglo XIX hasta primera mitado del siglo XX en un intento de reflotar el estilo románico que proliferó entre el siglo XI y XII.
El estilo neorrománico es una extensión del estilo neogótico. También tendrá sus raíces en la arquitectura medieval, pero adoptará un lenguaje más sobrio, aprovechando más los castillos que las catedrales.
Este estilo relativamente crudo y escaso, perfectamente ilustrado por los edificios del arquitecto de Boston H. H. Richardson, contribuirá al surgimiento de una escuela puramente estadounidense.
Los edificios neorrománico tendían a presentar arcos y ventanas más simplificados que sus contrapartes históricas.
El neorrománico también se conoce en lagunas regiones de Europa como estilo normando o lombardo.

Iglesia de San Juan el Real (neorrománica con toques neobizantinos). Oviedo. 1912-1915.

Se enmarca en la nostálgica corriente historicista, que desde el siglo XVIII se mantenía efervescente, recuperando las formas arquitectónicas de tiempos pretéritos. Como su nombre indica, los cánones románicos volvían a ser objeto de admiración, y se copiaban sus diseños, especialmente por lo que atañe a la ornamentación, ya que la estructura constructiva respondía evidentemente a criterios de edificación más avanzados.

La incidencia del neorrománico en España fue menor que en el resto de Europa, y afectó tanto al ámbito religioso como al civil. En algún caso las trazas neorrománicas se hicieron acompañar de rasgos neobizantinos y neogóticos, que sin embargo no llegaban a enmascarar el estilo medieval por antonomasia que ahora se regeneraba.

Paradójicamente, en esa misma época se produjeron en la Península muchos expolios en forma de compra-venta —amparados en una inexistente legislación del patrimonio nacional— de excelentes piezas románicas en diferentes provincias españolas.
Los Estados Unidos de América, desembarcaron en las costas europeas dispuestos a adquirir con dólares lo que la propia historia les negaba. Y allí, en museos y colecciones particulares siguen desde entonces joyas hispanas de inestimable valor que vieron la luz durante los siglos XI-XIII.

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