El cobre es el metal de color rojizo caracterizado por sus propiedades como conductor de energía, motivo por el que se emplea frecuentemente para la elaboración de cables y demás componentes eléctricos. Por otra parte, otra singularidad del cobre es que puede ser reciclado multiplicidad de veces sin perder su calidad.
A su vez, al permitir los procesos de laminación o soldadura y ser sinónimo de durabilidad, el cobre es utilizado ampliamente en las construcciones. No solo para la realización de piezas ornamentales y de luminaria, si no también para tuberías, cubiertas, techos, fachadas, puertas y ventanas. Puede reconocerse fácilmente, ya que se torna verdoso cuando es expuesto a la humedad. Además, por permitir el combate de gérmenes, el cobre es elegido para las superficies de mucho contacto.
Entre las obras arquitectónicas más conocidas erguidas con este material se encuentran el Teatro Vícar de Almería en España y la Biblioteca de Seinäjoki en Finlandia, participantes de los Premios Europeos del Cobre en la Arquitectura.
El cobre fue un metal tan importante y usado durante la prehistoria que incluso existe la Edad del Cobre.
Actualmente, es el tercer metal más consumido del mundo, después del hierro y el aluminio. Las aleaciones más comunes del mismo son el latón, el bronce y la alpaca.