Iglesia San Ignacio de Loyola

La Iglesia San Ignacio de Loyola de Buenos Aires, fue construída por los Jesuitas en el barrio porteño de Monserrat. Tiene características en su arquitectura que valen la pena destacar y que la convierten en un edificio único. Los arquitectos responsables fueron Krause, Bianchi y Primoli.
En 1661 por donación de la Sra. Isabel de Carbajal, en el solar delimitado por las calles Perú, Bolívar, Alsina y Moreno, los jesuitas comienzan a construir en la manzana.
El templo nació bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto. Pero más tarde al ser beatificado Ignacio de Loyola toma el nombre de San Ignacio.
Se le atribuye al arquitecto Krause los planos del edificio, pero los primeros que realizaron el diseño de la fachada y de la torre sur, fueron jesuitas anónimos. Las primeras construcciones fueron precarias pero ya en 1675 se coloca la piedra fundacional de el actual templo y en 1710 ya estaba inaugurado. En 1722 se consagra el templo.
El modelo de planta fue tomado de El Gesú de Roma, construido a mitad del siglo XVI, según señalan varios arquitectos locales. Por su parte la arquitecta Nani Arias, señala que el diseño forma parte de reinterpretaciones locales y que no es cierto que la planta sea igual a la de El Gesú.


Luego de la muerte de Krause, fue el arquitecto Bianchi quien continuó con la obra. Además fue también quien terminó construyendo El Cabildo de Buenos Aires y todas las iglesias antiguas de Buenos Aires.
La planta de cruz latina, la cúpula en el crucero, y las capillas laterales son características de esta construcción que se asemeja a los templos romanos.
Los jesuitas construyeron el Colegio San Ignacio, llamado en un primer momento Real Colegio de San Carlos después de la expulsión de los Jesuitas. A partir de 1883 se llamó Colegio Nacional Buenos Aires.
Según la arquitecta Arias, tiene un espacio interior clásico italiano, un exterior germano barroco. Esta fusión de estilos, hace que la Iglesia de San Ignacio de Buenos Aires sea una de las más interesantes en cuanto a su arquitectura de toda la Argentina.
En la última restauración se recuperaron elementos originarios. Por debajo de la Iglesia se encuentran los túneles construídos en la época colonial utilizados para la defensa y el contrabando.
Según el arquitecto Alberto Boselli, en las iglesias cristianas primigenias no existían los cementerios que se incorporaron en el siglo XIX. La gente se enterraba debajo del piso de las iglesias por ello en la actualida esta Iglesia cuenta con numerosos cuerpos enterrados bajo su piso.


El cura párroco de San Ignacio, nombrado en 2005 por el Arzobispo de Buenos Aires de ese entonces Jorge Bergoglio (hoy Papa Francisco) Francisco Baigorria, señala que la Iglesia casualmente está emplazada en lo que se conoce en la zona como la Manzana de las Luces y que tiene a su vez un significado espiritual, ya que Cristo es luz. El revestimiento es de cal blanco y se renueva cada 5 ú 8 años, además de un tratamiento contra la humedad.
La nave se encuentra flanqueada por 5 capillas laterales comunicadas a través de arcadas sobre las que corre una galería elevada. Este es un detalle poco común que no se repite en las iglesias construidas en Buenos Aires en el siglo XVIII. Esto le daba a San Ignacio una doble capacidad que se requería en ese momento para recibir al alumnado del colegio. Incluso se han celebrado en su interior cabildos abiertos gracias a esta característica del diseño.
Dice el arquitecto Boselli que tiene un buen matroneo; balcones que destacan en el piso superior que sobre las naves laterales se asoma con una reja antigua.
La segunda torre se construyó a mitad del siglo XIX. Se puede apreciar en la fachada la característica del barroco con el diseño colonial. El interior austero y la fachada dinámica hacen que el diseño sea único.
La cúpula de la Iglesia, sobre tambor cuadrangular, es la característica que comparte con la Catedral Metropolitana de Montevideo, y la doble altura en la nave lateral. La fachada cuya autoría es desconocida muestra influencias del barroco bávaro. Se cree quela hizo un hemano coadjuntor alemán.
“La cúpula se expresa como un volumen cúbico hacia el exterior e interiormente como un tambor cilíndrico, esto es muy singular de esta Iglesia”, dice la arquitecta Arias.
El altar mayor original del siglo XVII fue tallado en madera y dorado posteriormente por Isidro Lorea.
“El estilo del altar es barroco con mucho movimiento, entradas y salidas en el diseño, no es plano” dice Teresa Gowland, restauradora.
Hacia finales del 1800 el ingeniero italiano Felipe Senillosa agregó la torre norte que hasta entonces no existía. La misma sigue el dibujo y estilo original y equilibra el diseño.
En 1942 fue declarada Monumento Histórico Nacional. En 1955 varias iglesias sufrieron incendios intencionales. En ese entonces muchos muebles interiores han sido destruídos, los retablos, maderas y molduras incluso algunas imágenes originales fueron destruídas.

Referencias: Programa “Arquitectura” de Canal a.

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