Se trata del edificio que aloja al Ministerio de Educación de la Nación, en la ciudad de Buenos Aires. Se trata de un edificio masivo estilo ecléctico francés típico del siglo XIX, diseñado y construido por un arquitecto argentino quien antes viajó a Alemania a especializarse en construcción de edificios escolares.
Historia del Palacio Pizzurno
Juan Antonio Rodríguez era español, nacido en Galicia, que a los veintiún años se radicó en el Rio de la Plata, prosperando económicamente en pocos años en un negocio de ultramarinos, amasando una sólida fortuna y siendo reconocido por sus pares por su honradez. Colaboró en la expulsión de los enemigos en las invasiones inglesas y participó en las reuniones del Cabildo en los sucesos de Mayo de 1810 asistiendo a la sesión clave del Cabildo Abierto celebrado el día 22 de mayo. Se casó con Juana Rojas Valerio con quien tuvo tres hijos. En tiempos de Rivadavia poseía una quinta alejada del centro de la ciudad, que en 1824, abarcaba cuatro manzanas, limitadas por las actuales calles y avenidas: Montevideo, Marcelo T. de Alvear, Av. Córdoba y Av. Callao; la entrada era por Callao.
En 1882, el padre de Petronila Rodríguez, donó las cuatro manzanas de su quinta, que abarcaba cuatro manzanas más algunas propiedades en el centro. En su testamento explicó que hacía tiempo venía evaluando construir una iglesia donde estaba la capilla que había hecho su padre; junto a la iglesia, un colegio; y enfrente, según la cláusula nro. 15, un terreno para la instalación de un a escuela. Minutos antes de morir, le indicó a su gran amiga y albacea, Juana Bosch, que vendiera algunas de las propiedades que dejaba y que tomara cien mil pesos para “los niños que quieran educarse”.
Cumpliendo con parte del legado, se construyeron la Iglesia Nuestra Señora del Carmen en el espacio que ocupaba la capilla, en Rodríguez Peña y Paraguay, más el colegio parroquial a su lado.
En esa zona deshabitada era común que bandas de malvivientes se dedicaran a saquear las distintas quintas que ahí existían. Una noche durante el año 1835, Rodríguez al escuchar varios ruidos por los fondos de su propiedad, salió a ahuyentar a los supuestos ladrones con una escopeta. Efectuó varios disparos a la cerca contigua de la casa de un vecino. A la mañana siguiente comprobó que había herido de muerte a un vecino y amigo que seguramente se encontraba arreglando el cerco que separaba ambas quintas. La justicia lo declaró inocente por considerar que había sido un hecho involuntario, pero el comerciante quedó tan profundamente dolido por la triste situación en la que se vio involucrado y siendo un ferviente católico decide construir en ese lugar “la Capilla del Desagravio” poniéndola bajo la advocación de Nuestra Señora Del Carmen. Ese mismo año comienza a levantarse un modesto rancho con techo de tejas españolas cuya entrada daba a la calle Garantías (actual Rodríguez Peña) que fue habilita 1840. En 1880 la vieja capilla se encontraba olvidada y abandonada.
El legado de Petronila Rodríguez
Su hija Petronila Rodríguez de Rojas fue la heredera de la quinta de propiedad de su familia. Al fallecer dejó su testamento, dado a conocer el 25 de febrero de 1882 por el escribano Juan Bautista Cruz y su albacea Juana Bosch, en el cual donaba la quinta de la familia más 100.000 pesos para la construcción de un templo, que es la actual Iglesia Nuestra Sra. del Carmen, un colegio para la Orden de las Siervas de Jesús Sacramentado y un asilo, ambos anexos a la Iglesia, más la creación de una escuela para setecientas niñas, “que funcionaría en un edificio de tres pisos y debería tener un museo, una biblioteca, diez aulas de clase, dos para dibujo y labores y dos anfiteatros para las lecciones de ciencia y de música”. Esta escuela también debería estar “a cargo y cuidado de la Congregación Religiosa de las Siervas de Jesús Sacramentado”. Según el censo municipal de la época, se trató del legado más importante hecho hasta ese momento a la ciudad de Buenos Aires. La única condición impuesta por la benefactora era que la escuela llevara su nombre. De Petronila Rodríguez no existe ningún cuadro o foto que la recuerden. Según su prima Juana Bosch ella jamás se retrató.
Arquitectura del Palacio Pizzurno
El edificio fue construido por el arquitecto argentino Carlos Adolfo Altgelt Tornquist, en colaboración con su primo Hans Altgetl, entre 1886 y 1888. Altgelt era hijo de alemanes que llegaron al país en 1849. Carlos Altgelt estudió en la Real Academia de Arquitectos de Berlín, donde se especializó en la construcción de edificios escolares. Los terrenos que hoy definen la plazoleta Rodríguez, la plaza Jardín de los Maestros y el Palacio Sarmiento fueron parte de los dominios de Juan Antonio Rodríguez un acaudalado comerciante español quien peleó en las Invasiones inglesas de Buenos Aires. El estilo arquitectónico del Palacio Pizzurno es ecléctico francés; tiene la mansarda de los edificios rococó y barroco francés, así también como las paredes con movimiento del barroco, la simetría renacentista y los adornos de mitología griega del neoclásico.
El edificio está decorado con cariátides, atalantes y figuras alegóricas propias del siglo XIX.
Un atalante sostiene con tesón su carga en una de las entradas del Palacio. La figura del atalante sosteniendo su gran peso deriva del mito de Atlas, titán derrotado por Zeus en la “titanomaquia”, batalla entre los dioses olímpicos y los titanes narrada por Hesíodo en la Teogonía. El castigo que Zeus le impuso al titán derrotado fue sostener ininterrumpidamente el peso del cielo sobre sus hombros.
En las ventanas acopladas del transpiso se ven figuras femeninas que representan las ciencias y las artes y la fuerza de la paz. En los balcones del piso más alto se destacan alegorías del Río de la Plata, y de los Andes, con tridentes y diadema de cristal traídos de Europa.
Los problemas de la burocracia local
El Gobierno Nacional, a través de la Consejo Nacional de Educación (CNE), demandó la recuperación de la donación alegando la Aplicabilidad de la Ley de Educación Común de 1875, promulgada en la Provincia de Buenos Aires antes de la capitalización y en vigencia hasta su reformulación con la Ley 1420, aprobada el 8 de julio de 1884. Desde el primer momento la obtención de los terrenos y el dinero implicó una batalla judicial en torno a la captación del legado que hiciere Petronila Rodríguez, cuyo destino original contemplaba la construcción de otra iglesia dentro de la escuela. El desarrollo del juicio entre el CNE y los donantes derivó en un habilidoso juego de interpretaciones, articulado en torno a la condición de las iglesias como edificios públicos y la competencia del Estado en su construcción: “las iglesias son efectivamente edificios públicos pero este carácter sólo lo tienen las Iglesias Parroquiales que desempeñan funciones públicas del orden religioso y del orden civil, las primeras en cumplimiento de las prescripciones de la Constitución que favorecen al culto Católico y las segundas como oficinas públicas encargadas del Registro Civil”.
El pedido de Petronila no se ha cumplido
El sueño de la escuela con capacidad para setecientas alumnas, quedó en manos del genial arquitecto Carlos Altgelt. El edificio se inauguró en 1886. Pero en 1888 se resolvió instalar juzgados, de manera provisoria, hasta que se construyera un Palacio de Tribunales. Por ese motivo mudaron a las alumnas a Junín y Vicente López, donde comenzó a funcionar la escuela con el mismo nombre de la benefactora.
Regresaron al gran edificio en 1894. Pero en 1903, volvieron a mudarse porque el Consejo Nacional resolvió que allí funcionaría la sede del Ministerio de Educación. La denominación Petronila Rodríguez desapareció de la nomenclatura escolar.
En 1932, por iniciativa de Juan Benjamín Terán, presidente del Consejo Nacional de Educación, se le dio el nombre de la benefactora a una escuela en Parque Chas. Mientras que el espléndido solar donado por Petronila fue bautizado Palacio Sarmiento. A la calle que pasaba por la puerta se la llamó Pizzurno, en honor de tres hermanos maestros con ese apellido: Pablo, Carlos y Juan.
Por lo tanto, el Ministerio de Educación debería ser una escuela. Y el edificio, al que todos conocen como el Palacio Pizzurno, es el Palacio Sarmiento –sobre la calle Pizzurno–, que debería llamarse Petronila Rodríguez.