Templo de Júpiter Óptimo Máximo

El Templo de Júpiter en Roma, fue el gran templo en el Capitolio, uno de los dos picos de la colina Capitolina. El Templo de Júpiter Óptimo Máximo estaba dedicado la Tríada Capitolina, Júpiter, Juno y Minerva. Tarquinius Priscus (que reinó del 616-578 aC) prometió este templo, pero la tradición afirma que una gran parte del trabajo fue realizado por Tarquinius Superbus (que reinó entre 535 y 510 aC). Con su derrocamiento en 509 a. C., el primer cónsul de la nueva República lo dedicó el 13 de septiembre. Aquí, cada 1 de enero, los nuevos cónsules asumieron el cargo en una colorida ceremonia.

Cada mes en los idus, se sacrificaba una oveja blanca a Júpiter. En los idus especiales de septiembre, el festival anual del templo, hubo un gran banquete para el pueblo de Roma en el que participaron las estatuas de los tres dioses. Se prendió fuego en 83 aC, a.D. 69 y 80. La última reconstrucción se produjo bajo Domiciano (año 51 a.C. al 96) Los restos impresionantes del templo se pueden ver hoy en el Palacio de los Conservadores y sus alrededores.


El gran templo en el Capitolio, dedicado a Júpiter y sus deidades compañeras, Juno y Minerva, la Tríada Capitolina. Tarquinius Priscus juró este templo mientras luchaba con los Sabines, y parece haber asentado algunos de sus fundamentos, pero una gran parte del trabajo fue realizado por Tarquinius Superbus, de quien se dice que casi lo completó. Según la tradición actual en épocas posteriores, había santuarios de otras deidades en el sitio destinado a este templo, todos los cuales permitieron que se los desposeyera de la manera apropiada, excepto Terminus (q.v.) e Iuventas (q.v.). Por lo tanto, estos santuarios se incorporaron en el nuevo templo, y la acción de Terminus se consideró como una profecía de la permanencia del culto y de la propia Roma (Cic. De rep. II.36; Liv. I.38.7, 55, 56; Plin. NH III.70; Dionys. III.69; IV.61; Tac. Hist. III.72; Plut. Popl.13-14). La dedicación del templo el 13 de septiembre se atribuyó al primer año de la República, cuando este honor recayó en Horatius Pulvillus por sorteo.

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