La que fue la Casa Profesa de la Compañía de Jesús aloja hoy la Universidad de Sevilla, desde los tiempos de Carlos III y Olavide. Amplísimo inmueble de bellos patios, su iglesia, logro feliz del P. Bartolomé Bustamante, es renacentista, bastante sobria. La portada del templo, de piedra, obedece al orden jónico, coronada del medallón de “La Virgen y el Niño” dulcísimas figuras de Bautista Velázquez. El altar mayor, protobarroco, ostenta dos lienzos de Roelas: “La Sagrada Familia” y “La Adoración de los Pastores”, espléndidos de color. En el ático del retablo, “La Anunciación” de Mohedano, misterio a que se consagra el templo.
Las imágenes de tamaño natural, para vestir, de “San Ignacio” y “San Francisco de Borja”, de Montañes, son asombrosos retratos llenos de realismo y vigoroso carácter. En su altar, la una y en su capilla, el otro, dos imágenes de primer orden: “La Pureza”, de Mesa. Monumentos sepulrales los hay de raro valor en el presbiterio y crucero, el laude en bronce moldeado y cincelado del matrimonio Duarte; el sepulcro de Arias Montano, al aldo de la Epístola. Ya en la nave única del templo, adosados al muro, fronteros entre sí, los fastuosos sepulcros platerescos traídos de Génova por el primer marqués de Tarifa, para enterramiento de sus padres, don Fadrique Enríquez y doña Catalina de Ribera, la gran bienhechora de Sevilla. Son obra de mármol blanco, de Aprile y Gazini respectivamente. En la cripta yacen los hermanos Bécquer.