En los siglos previos a la llegada de Cristobal Colón a suelo americano (1492) el continente se encontraba en plena Edad de Piedra.
En ciertas partes, por ejemplo en el territorio mexicano-andino sin que la labra de la piedra fuese abandonada habíase desplegado una verdadera industria del cobre y después del bronce; se trabajaban activamente los metales nobles, una extensa región de la América del Norte, que había aprendido a trabajar el cobre nativo (abundante en los yacimientos próximos al Lago Superior) usaba también objetos de oro de importación mexicana o cubana y aún el hierro meteórico tratándolo como piedra. El modo de trabajar ésta se presentaba en un estado técnico general que puede ser asimilado al del neolítico europeo. Hasta en los materiales se pueden distinguir analogías.
La singularidad de la industrial lítica americana que antes parecía ser notable se va reduciendo con los descubrimientos asiáticos y con el estudio comparativo con el territorio oceánico.
En el trabajo de los metales, ciertos americanos primitivos alcanzaron notable desarrollo. En Colombia había los orífices más originales entre los quimbayas, los cuales fundían el oro por el procedimiento ‘a la cera perdida’ proceso complicado que sorprende hallar tanto en el Antiguo como en el Nuevo Mundo. En el Perú se obtenía el bronce añadiendo al cobre una cantidad de estaño inferior en general a la usada en la Edad de Bronce en Europa. La plata era asi mismo usada. El hierro se ignoraba en ambos continentes y sólo después del Descubrimiento, una tribu india (la Campa, del Perú) aprendió de los blancos a fundir el hierro y a fabricar con éste sus propios utensilios.
El uso de la palabra neolítico introduce a pensar en los otros elementos culturales y que constituyen clara distinción con la cultura paleolítica: la cerámica y la agricultura (además del uso de animales domésticos). Pero en América se tiene problema de hallar en extensos parajes que el neolítico carece de tales adquisiciones culturales: en la cerámica americana han quedado ignorados el torno y el barnizado, en un área septentrional, en algunas regiones de Brasil, especialmente las orientales y en la extremidad meridional del continente. Entre las tribus de Alaska hállase una excepcional cerámica con características similares a la cerámica siberiana, que se presentan también en Canadá y en la región de los grandes lagos.
Tanto como para la cerámica, en los tejdios, en los obejtos de metal, de madera y de hueso, han seguido conservándose en la actualidad las principales manifesaciones del arte decorativo de los indígenas del continente americano. Se puede decir que cada área cultural presenta particularidades de palicaciones, o de dibujos de colores, que han permitido distinguir ciertos grandes grupos de decoración correspondientes a los principales complejos de la cultura. el dibujo geométrico hállase en general más difundido en América que el dibujo realista, que fue poco cultivado en el período primitivo de la cultura precolombina.
La pintura tuvo su principal auge en la decoración de la cerámica notable en los dibujos en zigzag de los vasos y jarros mexicanos y de los tejidos, la escultura en piedra evolucionó grandemente en México, en América Central y en Colombia. Se han encontrado admirables retratos del imperio inca.
Otra característica son los tótems que se construyeron en los países del noroeste americano. Era un culto de la escultura de animales que consideraban sagrados y no los cazaban como los osos, castores y lobos.