Las características del arte celta no es posible buscarlas en las producciones arquitectónicas ya que todos los edificios celtas irlandeses de importancia han desaparecido. Son obras de arte de pequeñas dimensiones la que nos representan el arte celta: las joyas y las miniaturas.
La obsesión de la orfebrería celta por el arte centro-europeo de La Tene se manifiesta en los broches constituídos por un anillo circular con un alfiler que atraviesa; broches que suelen ser de oro con apliques de coral y con esmaltes y que a veces en lugar de tener forma anular completa son parcialmente ensanchados y en la superficie del ensanchamiento se dibuja complicada decoración. El estilo que deriva de La Tene, que se encarnó en Irlanda (donde en la época de la predicación del Evangelio aquel y aestaba formado) lo adoptaron los artífices cristianos al ornato de los objetos litúrgicos.
El Museo de Dublin guarda las creaciones más célebres del repertorio de decoración de entrelazos en que se movió la habilidad de aquellos pulcros artesanos: el cáliz de Ardagh (del siglo IX) el estuche relicario de la campana que llevaba consigo San Patricio en su apostólica misión (ejecutado a fines del siglo XI) y la cruz de la Abadía de Cong (primera mitad del siglo XII) que es la expresión suprema del arte decorativo celta.
Son raras las representaciones de la figura humana en la orfebrería irlandesa de tipo celta; en caso de haberlas, su dibujo es incorrecto y falto de proporciones. A los artistas y artífices no debió interesarles representar las formas corporales de sus semejantes; prefirieron deleitarse en la caligrafía de los entrelazos, acaso alguna ley religiosa o algún temor de maleficios mágicos debió impedir la representación de hombres y animales.
Tanto como en la orfebrería, el gusto de La Tene se manifiesta en las miniaturas céltico-irlandesas, de entre las cuales destacan: las de los libros de Kells y de Durrow (del siglo VIII) ambos conservados en el Colegio de la Trinidad de Dublín; las del Libro de Lindasfarne (d eprincipios del siglo VIII) conservado en el Museo Británico; las de los Comentarios de Casiodoro sobre los Salmos, que posee la Catedral de Durhman, y las de los Evangelios que pasaron a la Biblioteca Imperial de San petersburgo. Estos tres últimos manuscritos iluminados, aunque derivado de las enseñanzas de Irlanda son de escuela inglesa.