El Palacio Bosch fue construido entre 1911 y 1918 para el matrimonio de Ernesto Bosch y Elisa de Alvear.
Bosch era embajador en París y debía volver a la Argentina para ocupar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores. El matrimonio necesitaba una residencia para recibir a muchos invitados, con las mismas comodidades que tenían en la capital francesa.
Esta magnífica obra, se ubica dentro de la tradición del Neoclasicismo francés muy probablemente inspirado en el compacto château normando de Bénouville, obra de Claude-Nicolas Ledoux
El Palacio Bosch presenta una fachada en la que se destaca el cuadro con las cuatro columnas monumentales de orden corintio del cuerpo central, coronado por balaustradas, mansarda y copones; una resolución similar se destina a la armónica fachada posterior, abierta a los jardines diseñados por Achille Duchêne. La espléndida espaciosidad interior se beneficia con un juego perspectívico regido tanto por los ejes rectores de simetría cuanto por la luminosa atmósfera aportada por la claraboya del gran hall central de recepción.
Achille Duchêne fue el responsable del diseño paisajístico. Los materiales y muebles fueron traídos por barco desde Francia, con las complicaciones que esto traía, en plena Primera Guerra Mundial. Incluso, según explica el arquitecto Fabio Grementieri, la escalera y gran parte de la boisserie debió comprarse dos veces, porque una bomba hundió el barco que traía el primer envío.
El diseño interior fue realizado por el decorador André Carlhian, un especialista en clasicismo francés y los jardines los diseñó el paisajista Achille Duchene, quien elaboró una sofisticada geometría. Todos los materiales y amoblamientos fueron traídos de Francia.
En su interior, se destaca una escalera imperial de doble circulación, una imponente sala de música y un comedor en estilo regencia para 30 personas, con paredes enteladas de color púrpura y dorado. El refinamiento de las salas y sus enormes dimensiones fueron un gran atractivo para el embajador de Estados Unidos en 1929, Robert Woods Bliss, quién le insistió a Bosch para comprarle la propiedad. Cuentan los historiadores que Bosch intentó sacarse de encima al estadounidense pidiéndole la exagerada cifra de $3.000.000, que Bliss no tuvo inconvenientes en pagar. Hombre de palabra y a las puertas de la crisis del 30, Bosch cumplió en entregarle el palacio al Estado norteamericano.
La familia Bosch se instaló en 1917 pero la gran fiesta de apertura se hizo en septiembre de 1918, cuando abrieron el edificio a la sociedad. “Se sabe que vino toda la élite de Buenos Aires a la fiesta”.
El 6 de Setiembre de 1918 el diplomático argentino Bosch y su esposa Elisa de Alvear abrieron las puertas de su nuevo hogar por primera vez, para recibir amigos y disfrutar de este imponente Palacio; celebrando los 100 años del Palacio Bosch: “Los Lazos que Unen : The Ties That Bind, 100 Years of Palacio Bosch “ presentando la muestra cultural el Embajador Edward Prado junto a su esposa María lo celebran junto al Presidente del Fondo para la Conservación de Tesoros Diplomáticos en el exterior Michael R. Sonnenrich, el Director de la Oficina de Patrimonio cultural Tobin Tracey y la familia Bosch – Alvear.
En 1929, Estados Unidos no tenía una sede diplomática en la Argentina, por lo que el embajador Robert Woods Bliss pidió al presidente Herbert Hoover (1929-1933) la compra de una propiedad y obtuvo el visto bueno del mandatario.
El refinamiento de las salas y sus enormes dimensiones fueron un gran atractivo para el embajador estadounidense, quien en varias oportunidades propuso a Bosch comprarle la propiedad aunque el diplomático se negaba constantemente; durante una fiesta en la residencia, Woods Bliss volvió a insistir frente a los demás comensales por la venta de la casa y Bosch intentó disuadir al estadounidense pidiéndole una exagerada cifra de tres millones de pesos, una suma que, para sorpresa del argentino, el embajador consiguió gracias a su acuerdo con Hoover.
Era una cifra exorbitante para esa época, pero el embajador consiguió el dinero, la mujer de Bosch no se quería ir porque les había llevado mucho tiempo construir esta imponente residencia.
Bosch vende la mansión al Gobierno de los Estados Unidos en 1929 luego de repetidas propuestas por parte del embajador Woods Bliss, quien a su vez era dueño de Dubmarcon Oaks en Wasihngton, quien también compró algunos muebles, los cuales donó a la residencia.
En el año 1994 se llevó a cabo una importante renovación del edificio, siendo la primera restauración histórica llevada a cabo por la Oficina de Administración de Edificios en el extranjero, empleando artesanos y especialistas argentinos quienes fueron descendientes de los expertos originales.
El Palacio Bosch ahora Embajada de los Estados Unidos en Argentina, ubicada en la Avenida Libertador y las calles Seguí, Oro y Kennedy, es una de las 3.500 propiedades del Departamento de Estado, pero se destaca por ser una de las 33 que están valoradas como “culturalmente significantes” ya que fue designado propiedad histórica de Buenos Aires y de la República Argentina.
Siendo una joya arquitectónica de la diplomacia extranjera, reúne a diario referentes y actores de la actualidad argentina en un entorno de una belleza arquitectónica propia de la belle epoque.
En la actual residencia del embajador estadounidense, encontramos muebles de más de cien años que Bosch hizo traer desde Francia cuando se instaló en la Argentina, y en el centro del pasillo hacia la escalera principal se destaca un tapiz de 1680 que perteneció a un zar de Rusia.
Se destacan relucientes sus escaleras de mármol, arañas imponentes, suelos alfombrados y numerosas piezas de arte decorativo que fueron importadas de Europa.
Entre algunas de sus piezas de gran valor se destacan Una medalla conmemorativa de 1928 al presidente Hoover; un dibujo de la fachada del frente del Palacio firmado por Sergent, con fecha de octubre de 1911, cortesía de Teresa Estrada de Carcano; un juego de vajilla de porcelana fabricado en 1912 por Minton & Company, en el cual podemos apreciar sus mínimos detalles con un diseño de borde exterior de cinta dorada con cruces y una banda interna simple en dorado, con un anillo exterior ornamentado con el escudo del Departamento de Estado. Esta vajilla expuesta es una cortesía de la Biblioteca de investigación de Durbantom Oaks y Collection, Washington D.C.
Para su manutención el edificio cuenta con un equipo de especialistas que cuidan todos los detalles para su preservación, además de la misma cantidad de trabajadores en tareas de mantenimiento, limpieza, mayordomía, chef y ayudantes.
Arquitectos responsables: René Sergent (proyecto); Ings. Arqs. Eduardo Lanús y Pablo Hary (dirección); Achille Duchêne (proyecto preliminar jardín); André Carlhian (interiores); Arq. Paisaj.: Achille Duchêne (paisajismo)