Los acueductos y los puentes que alzaron los emperadores romanos, aunque de finalidad puramente utilitaria, subyugan en muchos casos por su sobriedad y por sus acertadas proporciones. Entre los mejores ejemplares de los primeros, se cuenta el llamado Pont du Gard en Nimes, Francia, y entre los puentes propiamente dichos son bien característicos el Sublicius y el Mulvius, en Roma, así como el Puente de Augusto, en Rímini (del año 14 de nuestra Era) que es una de als estructuras más bellas y mejor conservadas de Italia con su hilera de cinco arcos sobre el río Marecchia.
El acueducto es una construcción subterránea o elevada, destinada a la conducción de agua. Los acuerductos romanos fueron verdaderos monumentos que armonizan con el paisaje. En España se conservan en buen estado, el famoso acueducto de Segovia (813 m de largo y 28,5 m de altura) y el acueducto de Tarragona (212 m de largo y 2 de altura) construídos durante el reinado de Trajano.